Palabras del sumiller
No todas las copas se elaboran de la misma manera, y al contrario de la creencia popular, el secreto no es el tamaño. ¿Lo que de verdad marca la diferencia? La forma. En RIEDEL hemos invertido décadas en estudiar cómo afecta a los aromas, a los sabores y al impacto sobre el paladar. ¿El resultado? Una gama de copas diseñadas no solo para decorar, sino para transformar. Esté disfrutando de un contundente malbec, un sauvignon blanc con su característica acidez o un champán con numerosos matices, la forma correcta realza cada sorbo. Descorchemos la historia de por qué la forma de las copas realmente importa y cómo sacan a la luz la verdadera alma del vino.
Cuando pensamos en una copa de vino, suele venirnos a la mente un artículo elegante y con tallo; tal vez alto, tal vez ancho. Pero más allá de su silueta, hay toda una ciencia detrás. La forma de la copa de vino determina cómo se concentran los aromas, cómo entra el vino en la boca e incluso la sensación que deja sobre la lengua.
No se trata solo de estética sobre la mesa, sino de aprovechar al máximo cada botella. Cada copa responde a las particularidades de diferentes varietales, de manera que cada uno se exprese con autenticidad: ya sea suavizando taninos, realzando las notas afrutadas o regulando la acidez.
Aroma, sabor, equilibrio
En el momento en el que el vino entra en contacto con el aire, los aromas comienzan a desplegar. Aquí entra en juego el cuerpo de la copa. Un cuerpo ancho ofrece un área mayor, lo que permite que el oxígeno interactúe con el vino y este desprenda su bouquet. Una apertura estrecha, por el contrario, proyecta esos aromas a la nariz.
Tome un sorbo: notará que la forma sigue influyendo. La forma de la apertura guía al vino a un lugar concreto de la lengua y determina cómo impacta sobre ella. Una apertura más grande permite el flujo de más líquido —ideal para tintos— mientras que un borde de la copa con forma cónica dirige el vino hacia zonas gustativas específicas. Una copa que lleve el vino a la punta de la lengua puede marcar el dulzor. Uno que lo proyecte a los lados puede enfatizar la acidez. En resumen, la forma de la copa puede cambiar drásticamente la percepción del sabor.
El vino tiene matices y lo mismo ocurre con las uvas. Por eso creemos que es necesario disponer de diferentes copas. Cada variedad de uva tiene su propia química: la pinot noir es delicada y aromática. La cabernet sauvignon es robusta y tánica. La riesling es floral y ácida. Emparejar la uva con el tipo de copa adecuado asegura que el vino brille como es debido.
Los diferentes tipos de copas de vino realzan perfiles específicos:
Las diferencias sutiles hacen que el vino sepa exactamente como pretendía el enólogo.
RIEDEL ha sido pionera durante muchos años en el diseño de cristalería específica para cada variedad de uva. ¿La filosofía que hay detrás? La copa es el altavoz del vino. Gracias a una estrecha colaboración con sumilleres, enólogos y expertos sensoriales, cada forma ha sido desarrollada con rigor científico y décadas de investigación, así como con el rendimiento como prioridad. Desde la emblemática serie de RIEDEL Winewings, nuestras copas no son meros recipientes: son instrumentos de precisión con un cáliz curvado diseñado para convertir cada degustación de vino en un verdadero ritual.
Ya sea para disfrutar de una copa de manera informal después del trabajo o para servir un vino durante una cena en casa: elegir la copa adecuada marca la diferencia. Las colecciones de RIEDEL específicas según la variedad de uva están concebidas para mejorar el vino en cualquier ocasión.
Porque con la forma adecuada en la mano, el vino llega a ser algo más que una simple bebida; se convierte en una revelación.
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